Pasillos tranquilos, aulas acogedoras, talleres pujantes, domicilio de obras de arte y escenario de enseñanzas y aprendizajes son solo una muestra de lo que hay en el centro
Mónica Llovera Borges
Hay elementos que hacen que un día sea provechoso: el ambiente, las personas, el clima y hasta el silencio. Ellos se combinan para dejar huellas imborrables y símbolos de gratitud. Y más cuando se trata de espacios cuyos protagonistas son por un lado la educación y los valores, y por el otro, jóvenes soñadores y profesionales exitosos. En este escenario se encuentra una institución con una misión que busca desarrollar y proveer programas, servicios educativos y tecnológicos para potenciar el capital humano, contribuyendo a la competitividad de las empresas clientes y su cadena de valor. Esa institución lleva por nombre Fundametal y con 33 años recién cumplidos, guarda cajones repletos de cuentos que se conjugan con miradas soñadoras, talento, disciplina y dedicación. Un verdadero semillero para futuros profesionales y empresarios.
Describir la historia de este lugar es remontarse a la era metalmecánica de la reconocida empresa Sivenca, cuyo fin era la capacitación del recurso humano requerido por este grupo en el estado Carabobo. Posteriormente y, tal como lo detalla su reseña, en 1980 amplía su marco de acción a todo el sector empresarial, con la transmisión de nuevos modelos educativos para así satisfacer las recientes necesidades de los ambientes de negocio en Venezuela. Hoy como Centro de Conocimiento Aplicado desarrolla una amplia gama de soluciones, programas y servicios educativos y tecnológicos de alto nivel.
Fundametal no sólo está en Valencia, también cuanta con sedes en Caracas, Barquisimeto, Puerto Ordaz y Maracaibo y según los datos que maneja la institución, actualmente tiene más de 1200 empresas como clientes, alrededor de 25 mil participantes anuales y aproximadamente 350 instructores-facilitadores.
Entre los elementos que hacen diferente a una organización está el liderazgo, la infraestructura, la investigación y la diversidad de servicios. Y, precisamente es este punto el que toma mayor relevancia, gracias a los programas y cursos en las áreas de Desarrollo Profesional, Educación Superior, Idiomas, Formación de Aprendices, Educación Alternativa y Formación Acelerada, además de Proyectos de Gestión Humana, Servicio Administrado de Adiestramiento y Desarrollo (SAAD) y Certificación de Personal.
Crecimiento personal y profesional
Una de las actividades que cobra fuerza en la institución es precisamente la labor que se lleva a cabo con los aprendices. En la actualidad son más de 563 jóvenes entre 16 y 17 años que se forman en las áreas comercial e industrial respectivamente.
Entre los pilares humanos de este centro de formación está Maria Josefina Pereira, ingeniero de profesión y quien tiene la responsabilidad de estar al frente de la coordinación de Programas Educativos y Estudios Superiores. Ella cuenta con mucha satisfacción la faena que durante 13 años ha venido desarrollando en pro de la formación de quienes buscan en esta entidad, el crecimiento personal y profesional. “Fundametal forma jóvenes como aprendices, a ellos se les enseña todo lo relacionado con el trabajo, los valores y el desenvolvimiento laboral”, manifestó.
Según cuenta Pereira, al centro llegan muchos chicos y chicas solos o acompañados por algún familiar. Cada uno de ellos tiene una leyenda diferente signada por situaciones socios familiares que de una u otra forma inciden en la formación que reciben en la institución. “En ellos, en su disciplina, esfuerzo y dedicación está su éxito”, enfatiza quien además de enseñarles, les escucha y orienta ante situaciones adversas.
“Un delincuente menos”
Por su parte, Glacdemiro Eduarte, gerente nacional de Educación Superior y Programas Educativos, lleva 26 años de servicios y a la par de los avances, recuerda el proceso de transformación que le ha tocado vivir en aulas y pasillos. Él hizo mención en el programa de Educación Acelerada, que no es más que el adiestramiento de mano de obra para ser insertada en el campo laboral. Para Eduarte “cada joven que se forma es un delincuente menos a futuro”, por eso ve con orgullo cómo muchos de quienes ayer fueron sus alumnos, hoy pasan de vez en cuando por las instalaciones de Fundametal a saludarle y ponerse a la orden para cualquier eventualidad. Y el orgullo es mayor cuando sabe que algunos, ya tienen sus propias empresas, mientras otros un poco más formales, llevan a sus hijos para que siguiendo sus pasos también aprendan en este centro educativo.
“Sus mejores años están aquí”
Si hay alguien a quien se le respete y admire en este lugar, es al profesor Antonio Alfonso Galvis, quien se desempeña como jefe de Taller. Él es una motivación para todos. Su talante humano, sus consejos, acciones y obras, son comentados por alumnos y profesores. Más de 29 años armando y desarmando tableros, usando herramientas y hasta inventado una que otra cosa, son el mejor ejemplo de constancia y dedicación. “Los mejores años de estos jóvenes están aquí en Fundametal”, dice sin titubeos al tiempo que recalca la importancia de ser para ellos como un padre que aconseja y escucha. Para Galvis además de los valores humanos que se imparten en la organización, la protección del medio ambiente, el trabajo en las comunidades y el éxito del equipo que se forma a diario, son un aporte para el fortalecimiento del lugar.
Hablan los protagonistas
Edenmalbe Arias pertenece al área Comercial y desde hace tres meses se forma como asistente administrativo. Entre sus metas está la de cursar dos carreras y trabajar en una empresa que le brinde beneficios. Define su estadía en la institución como espectacular por el cúmulo de conocimientos que ha adquirido y, le pide a los jóvenes de su generación, no perder las oportunidades que se les presenten.
Por su parte, Omar Pinto quien tiene 18 años y cursa estudios en electromecánica, hizo énfasis en la importancia que cobra para él la experiencia adquirida durante el tiempo de formación. “He aprendido muchas cosas para la vida, aquí hay profesores con mucha experiencia y se trabaja bajo un modelo educativo próspero. Este lugar es mi segunda casa”, dijo con la alegría característica de un joven emprendedor.
Marcelino Casadiego, con 17 años cumplidos, tuvo la dicha de anunciar su próxima tarea: formar parte del equipo del la empresa Gabriel de Venezuela en el departamento administrativo. “En Fundametal no sólo enseñan en un área especifica sino que sienten preocupación por el futuro de los aprendices, así como por formar en valores como la puntualidad, la honestidad y la motivación, entre otras cosas
César Bellorín es un soñador, así lo dejaron ver sus palabras cuando le tocó su turno. “Estoy en la especialidad de electromecánica y es una experiencia grata ser parte de este maravilloso equipo. En un futuro deseo tener mi propia empresa y brindar a través de ella servicios de calidad”, puntualizó.
Cabe destacar que estos chicos reciben formación teórico práctica durante 2 años y son contratados por una empresa desde el primer día que llegan a la institución. De esta manera, reciben un salario con todos los beneficios que otorga la ley y la oportunidad de formar parte del motor empresarial de la región.
La relación que Fundametal ha mantenido y mantiene con empresas de reconocida trayectoria en las áreas de aluminio, siderúrgica, construcción, petróleo, automotriz, cauchos, químico, vidrio, pulpa, papel, alimentos, bebidas, sector público, banca y servicios, entre otros, también le dan su cuota de prestigio dentro de una sociedad que busca ser transformada gracias a diversos programas educativos.
Asimismo, está validada por el Ministerio de Educación Cultura y Deportes, y otros entes delegados como el Instituto Nacional de Cooperación Educativa Socialista (INCES). Convenios nacionales e internacionales y la Responsabilidad Social entre otros, permiten hoy hablar de este Centro de Conocimiento Aplicado como u lugar en constante desarrollo y labrando la tierra para futuras generaciones.
Recuerdo que desde niña siempre llevaba conmigo un cuaderno y un lápiz, los cuales fueron mis juguetes predilectos, mis fieles compañeros y los recuerdos más gratos de mi vida. Mi madre aun conserva mis primeras letras plasmadas en un amarillento cuaderno de línea, mi primeros discursos y muchos de los artículos que he llegado a escribir. Mi visión, por convicción y vocación, siempre tuvo un norte: el periodismo
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