sábado, 5 de marzo de 2011

Mejorar el servicio del transporte público requiere esfuerzo común


Mónica Llovera Borges
Por una u otra razón, la calle se ha convertido en escenario de múltiples situaciones que atentan contra la integridad del ciudadano. Aspectos sociales, culturales, antropológicos y psicológicos podrían explicar tal efecto citadino, pero para ser menos rigurosos en este sentido, nos iremos a lo cotidiano de estas imágenes captadas por el lente de José Gregorio Becerra.
El transporte, ese importante medio que circula de norte a sur y viceversa, que atraviesa a la ciudad de este a oeste y lleva y trae un sin número de personas que hacen uso de él para movilizarse, se ha convertido en motivo de quejas y estudio entre diversos sectores de la sociedad, con la lamentable conclusión que aún ninguno, ha logrado diseñar una estrategia que acabe con la anarquía en las calles y avenidas, la negligencia y abuso de conductores particulares y colectivos y la poca colaboración de usuarios y peatones.
Ahora pareciera normal, ver que las paradas donde los pasajeros deberían aguardar la llegada del autobús, son obstaculizadas por conductores que viendo el espacio vacío, deciden estacionar sus autos allí, sin la mínima vergüenza y respeto. También se observan las aceras, ese instrumento inventado para que las personas transiten con mayor seguridad, usadas como estacionamiento. Asimismo cada vez el irrespeto llega a los límites cuando en medio del bullicio ocasionado por la cantidad de cornetas que pitan y en medio de la vía (ahora las paradas están de lujos), el auxiliar de alguna unidad le exige al pasajero bajarse o montarse lo mas rápido que pueda porque trae detrás a su competidor y quiere llegar primero a su lugar de destino, ocasionando por supuesto, una carrera peligrosa en la que las víctimas no son sólo los usuarios, sino ellos. Lo lamentable es que en ocasiones se debe omitir cualquier comentario por no recibir una cadena de insultos por parte de quienes conduce la unidad. Aspectos como el abuso en cuanto a la cantidad de usuarios que deberían ir de pie en una unidad colectiva, el volumen exagerado de la música que no deja percibir si alguien pide la parada o si en la camioneta sucede alguna situación irregular, la falta hacia las señales de transito, el mal estado de las unidades y en ocasiones la poca prudencia de quienes deciden colgados en la puerta del autobús, y otras, representan una situación que cada vez es mas evidente y menos sancionada. El llamado es para los sectores públicos y privados, conductores y usuarios, autoridades y entes que deseen participar en proyectos para crear conciencia ante un caso que perjudica a todos. La solución se podría dar si se unen esfuerzos.La sociedad lo exige.


Fotos: José G. Becerra
josebecerra5294@gmail.com

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